Los Dólmenes de Oderitz

En muchos y recónditos lugares de nuestra vasta geografía podemos toparnos, cuando menos lo esperamos, con auténticos regalos. Tesoros que, aun siendo pequeños, poseen un gran valor.

Aléjate un momento de las ciudades, de las edificaciones modernas, adéntrate en la naturaleza y alíate con el bosque.
Respira el aroma de las plantas, escucha los infinitos sonidos y observa, sobre todo, observa.
Enseguida tus ojos, tus oídos, todos tus sentidos se habrán acostumbrado y entenderán otro idioma, el de ese entorno natural acostumbrado a vivir en un plano diferente, dependiendo solamente de lo que la tierra le regala.

De repente, la espesura comenzará a ofrecerte todas sus dádivas en forma de troncos, insectos, sonidos y piedras, otros aromas diferentes.
Hoy voy a fijarme en las piedras. Y espero que, del mismo modo que hice yo, sientas que muchas cosas que a simple vista nos parecen minúsculas o sin valor alguno, como un simple guijarro, pueden en un instante dejar de formar parte de un trozo inanimado para comenzar a narrarte historias.

Que te parece si empezamos a descubrir dólmenes.

«Sobre las cuatro piedras cubiertas de musgo, entre tres robles susurrantes, ¡paz y calma!.

Duerme bien, tú que yaces debajo, tú que caíste en la batalla por la libertad»

-Johann Gottfried Ludwig Kosegarten-

Tenemos que retrotraernos a la prehistoria y hacernos una idea de cómo se las apañarían para enterrar a los seres queridos.
Lo mismo nos da que los seres fallecidos murieran hace millones de años o ahora. Lo que es cierto es que el hombre siempre ha tenido una forma de proteger los restos de los fallecidos.
Igual que hoy en día se construyen cementerios, en la prehistoria se construían monumentos megalíticos, crómlech, menhires o dólmenes para preservar la memoria de aquellos que tenían que viajar a un mundo oscuro, el mundo de los muertos.
Navarra es tierra de dólmenes. Y su característica principal es que están compuestos por fuertes túmulos de piedras.
Sin corredores, con cámaras de pequeño tamaño y con la losa de cubierta, casi siempre muy pesada.
Además de todo ello, resulta curioso observar que la cámara y su cubierta ascienden, más de lo que sería previsible, sobre el túmulo. Y es que aquí parece que las cámaras hubieran sido colocadas después de la construcción de dicho túmulo.
En una de mis incursiones en la naturaleza, me encontré con los dólmenes de Oderitz, en el valle de Larraun.
Allí me estaban esperando en primer lugar el Pagamendi, que todavía tiene la cámara con su cubierta y está muy bien conservado.


El Azolape, que es un dolmen con un túmulo circular de doce metros y con un cráter central donde se aprecian hasta tres losas de la cámara, probablemente destruida. Está datado en la edad del bronce. Es una pena, pero se encuentra en muy mal estado.


El Milaldapa es un dolmen muy bonito y se encuentra en buen estado de conservación.
Mantiene la cámara apoyada en las piedras verticales, aunque estas se encuentren algo inclinadas hacia adentro.


Y por último el Pikabotz.Con la cámara incompleta, ya que le falta la cubierta.Además el túmulo se encuentra recortado.

Ahora te invito a comenzar tu propia búsqueda, seguro que te llevas mas de una sorpresa.
-marian tarazona-
*el texto y las imágenes son propiedad del blog*




Comentarios

  1. La verdad es que por aquí, también hay unos cuantos. Un año hicimos un recorrido por los de nuestro ayuntamiento y quede sorprendida,porque no sabía que había tantos.Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La próxima vez que vaya por tu tierra, a ver si me da tiempo de visitar alguno. Otro abrazo.

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares