La posada del peine. Madrid. La habitación 126

Muchas veces, la magia del misterio nos conduce a través de pasadizos secretos, y, por medio de historias truculentas, que se trasmiten de boca en boca, se nos permite adentrarnos en lugares inhóspitos e insospechados.
    Buceando esta vez, a través de la leyenda de lo que esconde, realmente, la habitación 126 de la Posada del peine de Madrid, la posada de más solera, la más castiza y antigua de la Villa y Corte, he podido llegar hasta esas historias cotidianas de entonces.
    Historias tan importantes que merecían una reseña en alguna de las publicaciones de antaño. Situaciones que hoy nos arrancan una sonrisa, pero que, entonces, eran la importancia de la vida, de una vida llena de trasiegos y en las que lo importante era subsistir.
    La Posada del Peine es el hotel más antiguo de Madrid, se inauguró en el año 1610, y hoy en día, aquella posada humilde permanece en pie, tan lozana como el día de su estreno, siendo un lugar de alojamiento elegante, de cuatro estrellas.
    En aquel año de 1610, Juan Posada compró una casa en la Calle del Virio viejo (hoy llamada Marqués Viudo de Pontejos) con la idea de alojar a la gente que acudía a la Corte.
    El por qué del nombre lo encontramos en el hecho de que, en cada una de las habitaciones de la posada, había un peine a disposición de los clientes, todo un lujo en un lugar de paso.
    Eso si, el peine estaba atado para que nadie tuviera el atrevimiento de llevárselo.
    En el siglo XIX el establecimiento todavía seguía en pie, en manos de los hermanos Espinos, que la ampliaron adquiriendo una casa contigua que daba a la calle de Postas.
    Encargaron a Francisco Acevedo dicha ampliación, bajo la supervisión de Juan De Villanueva, por entonces arquitecto municipal.
    Aún se volvería a modificar en 1863, mejorando la estructura y aumentando la altura a tres pisos, este proyecto lo llevó a cabo Juan Antonio Sánchez (El dato lo encontramos indicado en una de las esquinas de la posada).
    A partir de ese momento la posada contaba con unas 150 habitaciones bastante diferenciadas entre ellas, dependiendo de los precios.
    Las mas espaciosas y cómodas eran las que daban a la calle, mientras que las interiores eran más diminutas, sin luz natural y con poca ventilación, éstas eran habitualmente ocupadas por más de una persona.
    En el año 1868, en el tiempo en que Isabel II fue destronada, la demanda hotelera era enorme en Madrid, y, aunque contaba con muchos servicios de hospedaje, la oferta existente era mucho más pequeña a la pedida, de ahí que la posada del peine tuviese tanto arraigo, y, además llegó a ser una de las más prestigiosas de Madrid.
    En 1892, el edificio fue coronado con un templete colocando en él un reloj, aunque actualmente solo se conserva el hueco que ocupó.
    El reloj de la fachada frontal así como el pavimento del Hall y la escalera principal todavía se conservan de lo que fue la primitiva posada.
    Transcurrido el tiempo, y tras pasar por diversas manos, la Posada del peine se vendió a la casa de relojería Girod.
    Casi a finales del siglo XX los huéspedes demandaban otras comodidades, por lo que los dueños optaron por cerrar la posada en 1970, y así permaneció hasta 2005, en el se convirtió en el "Petit Palace Posada del Peine", como he comentado al principio, un hotel de 4 estrellas, con todos los lujos inimaginables en aquel lejano 1610 en que fue abierta.
    Aunque aquellos cuartos, con pasadizos sin final y oscuros secretos en sus paredes han dado paso a hidromasajes, Internet, y decoración de diseño, todavía puede respirarse ese “halo” de misterio que un día pululaba entre las paredes de la antigua casa de hospedaje.
    La fama de la posada es antigua y en ella llegaron a hospedarse la viuda de Gustavo Adolfo Bécquer, Casta Esteban, el pintor José Gutiérrez Solana y un gran número de toreros.
    Incluso es mencionada en los libros de Alatriste, y también formó parte del discurso de ingreso en la     Academia de Lengua de Camilo José Cela.
    Pero el lector seguro que ha adivinado que hoy el tema no es la historia de este lugar de hospedaje, sino que, la Posada del peine, tiene también su parte de misterio. Y lo encontramos en la habitación 126.
    Comentábamos en el devenir de la historia de la posada del peine, que los sucesivos dueños fueron comprando habitaciones y pisos en los edificios que tenia al lado, (cosa que se hacía mucho hace años).
    De esta manera la posada se convirtió en una amalgama de laberintos y vericuetos a través de los cuales era fácil perderse, pero también esconderse, incluso facilitar correrías nocturnas a través de habitaciones que estaban comunicadas entre si.
    Hablando de esos escondrijos, es donde nos topamos con la famosa habitación 126.
-Recreación de la zona de pasadizos  (hoy sala de desayunos)- 
    Narra la leyenda que, en una pared de dicha habitación, en un armario que hacia las veces de alacena, había una puerta con unas escaleras que daban acceso al piso superior, si bien su estrechez era tan grande que una persona pasaba a duras penas.
    Se cuenta que dicho lugar era utilizado para esconder a fugitivos, para reuniones clandestinas, pero también para ocultar a quien quería pasar desapercibido, e, incluso, a amantes.
    Bien es cierto que nadie conoce a alguien que sepa de la existencia, a ciencia cierta, de dicho armario, ni tan siquiera de la susodicha habitación, pero, ya se sabe lo que ocurre con las leyendas, cuando el río suena…
    Y hay quien dice que la habitación, o mejor dicho, el lugar al que llevaba la estrecha escalera, todavía existe, aunque se trate de un lugar abandonado.
    Lo que es innegable es que tanto laberinto debía suponer un lugar idóneo para llevar a cabo fechorías de lo mas variopinto.
    Seguro que era muy sencillo colarse en una de esas estancias y pasar desapercibido, no creo que exigieran credenciales ni una cédula de identificación que demostrase quien eras. Supongo que bastaría con tener el dinero suficiente para pagar esa habitación en la que pasar la noche, protegido de las inclemencias del tiempo y de los rufianes que campaban a sus anchas por aquellas calles de la villa.
    Pero la leyenda urbana también cuenta que la posada del peine, además de guardar el misterio de la habitación 126, tiene su propio fantasma. Existen los relatos de una camarera y un huésped que afirman haberse encontrado con una señora vestida de negro, una inquilina que quizá jamás salió del alojamiento, a lo mejor por miedo a ser descubierta.
    Mas allá de dimes y diretes, de leyendas, de fantasmas, lo que es innegable es que la posada del peine fue un lugar vivo, donde convivían personas de paso con otras que la tenían como vivienda habitual.
    Pero además, también servía como tienda ocasional de productos recién llegados a Madrid desde el resto de la geografía.
    Como lugar de encuentro, como apeadero y origen desde donde viajar a otras ciudades.
    Era un rincón al que llegaban personajes ilustres con recados.
    Incluso sitio de entrega y recogida de objetos perdidos.

Todos estos menesteres, y algunos más, los encontramos reflejados en la prensa de la época. Anuncios tan originales como los que transcribo a continuación:
    - Diario de Madrid. Octubre de 1794. Anunciaban la pérdida de tres borricos negros y uno cano, instaba a que quien los encontrase los llevase a la posada del peine.
    - Diario de Madrid. Mayo de 1819. En la posada del Peine estaba el ordinario de Calatayud con siete machos, salía hacia dicha ciudad y ponía a disposición los animales tanto para personas como para arrobas (mercancías).
    - Diario de avisos. Diciembre de 1825. Informa de que, a la posada del peine había llegado un gran surtido de turrones de Alicante, Jijona y Nieve, y cajas de perada, jalea y melocotones de Vitoria, todo precios muy equitativos.
    - Diario de avisos. Noviembre de 1828. Aparece un anuncio que avisa que la posada del peine llegan dos veces a la semana carreteros que llevan pasajeros y mercancías.
    - Diario de avisos de Madrid. Noviembre de 1830 … Al mesón del Peine, calle de Postas, acaba de llegar una partida de garbanzos de Fuente Saúco gordos y de buena cochura, los que para su pronto despacho se han arreglado a 30 rs. Arroba…
    - Nuevo mundo. Mayo de 1900. Habla de las fiestas de Madrid y en ella hay un comentario sobre “el lleno” que presentaba la posada del peine.
    - ABC Agosto de 1957. Cuarenta familias modestas que habitaban en la posada del peine se quejaban de que no se les permitía cocinar en el estableciendo. Pedían a las autoridades una solución.
    Además, también los periódicos recogían actos luctuosos que tuvieron lugar en la posada, como suicidios, incendios, incluso en algunos se cuenta que la posada fué guarida temporal de algún que otro ladrón y asesino:
    - La Vanguardia. Abril de 1883. Esa tarde se suicidaba de un tiro al corazón, en una de las habitaciones, un oficial del ejército. Tenía 26 años y ningún documento que llevase a sospechar porque había cometido tal acto.
    - Gedeón. Mayo de 1901. Una familia estuvo a punto de perecer en la posada del peine.
    - La Vanguardia. Julio de 1905. Anunciaba la detención del anarquista Francisco Pérez que había estado hospedado en la posada del peine.
    - La Vanguardia. Diciembre de 1910. Comentaba, en una nota extensa, la agresión recibida por De La Cierva, en ella podemos leer que el autor de los hechos pernoctó cuatro días en la posada del peine.
    - ABC Agosto de 1922. Unos hombres de la limpieza encontraron en el suelo, maniatado, a un individuo. El hombre declaró que había venido a hacer unas gestiones. Al despedirse del hombre con el que había hecho tratos, le golpearon y que echó a faltar 200 pesetas.
    Según declaro se hallaba hospedado en la posada del peine.
    Tras las pesquisas pertinentes resulto ser un demente que andaban buscando para ingresarlo en Santander.
    - ABC. Febrero de 1923. A Juan Antonio Peinado, de 27 años y que vivía en la posada del peine, le robaron 1800 pesetas por el procedimiento del tirón.
    - ABC. Junio de 1923. Se detuvo en la posada del peine a Nemesio Juan Álvarez, que estaba reclamado por el juez de El escorial, al haberse encontrado degollada a su esposa, Encarnación Martín García.
    - ABC. Octubre de 1930. Gregorio Minguez López, después de intentar estrangular a su mujer, fue hecho preso, al ser dada de alta la mujer le dejaron libre y anduvo deambulando por Madrid, siendo rechazado hasta por su familia, fue a su casa, pero su mujer le negó la entrada, de esta forma llegó a la posada del peine, y allí se suicidó tirándose por la ventana.
Cuando acudieron al domicilio conyugal encontraron a su esposa degollada.
    - El DIA. (Desconozco la fecha). En la estación de Mediodía se detuvo a dos hombres acusados de haber robado en la posada del peine, su botín era una cartera con 50 pesetas y un reloj de bolsillo.
    Con esta amalgama de personajes, con este ir y venir de gente, con esta multitud de sucesos acaecidos dentro de la posada del peine, no es de extrañar que en la atmósfera hayan quedado impregnadas historias de tantos y tantos sucesos acontecidos.
    Que algún susurro o paso perdido, que algún retazo de amoríos vividos a escondidas, de venganzas, odios y rencores; que sentimientos arrancados al alma, permanezcan todavía alojados entre sus paredes.


marian tarazona
*Texto e imágenes propiedad del blog*


Comentarios

  1. Una entrada de lo más interesante.
    Acabo de volver de Madrid y me picaba la curiosidad de profundizar un poco al respecto, ya que durante un free tour Madrid el guía hizo una pequeña introducción al lugar, su historia y como no sus misterios. Fue rápido, así que quise profundizar y di con tu entrada.
    Gracias por la entrada, me ha servido de mucho para aclararme y conocer muchas cosas que desconocía.
    Saludos. :)

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    1. Me alegra que te haya servido. De nada sirven los descubrimientos si no se comparten.
      Gracias por leerlo.

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  2. yo juan vázquez uriarte cuando era estudiante dormí varias veces en la Posada del peine.

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  3. Muy interesante Gracias

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