Gallipienzo

Situado en una colina sobre el rio Aragón, Gallipienzo es, si no el pueblo más antiguo, si de los más antiguos de Navarra. Se trata de un lugar fortificado y era línea defensiva de Navarra, junto a las localidades de Peña y Ujué.
Por ese motivo, el pueblo de Gallipienzo en realidad no es pueblo, sino villa, dado que sus habitantes sirvieron a sus señores durante el medievo. Con toda lógica, y dada su posición tuvo un preponderante papel defensor en las luchas contra Aragón, y eso se nota en sus casas, en sus calles, en sus empinadas cuestas. Precisamente por esta circunstancia se construyó un nuevo pueblo.

Gallipienzo bien merece una visita pues cada rincón, cada piedra podría contarnos una historia, y, como en cada pueblo, historias no faltan, ni historias, ni chascarrillos ni cosas que acaecían en otros tiempos donde y cuando no imperaba la tecnología.

Una de esas historias, recuerdos, o leyendas que se guardan en la memoria de Gallipienzo, es la de un vecino que arrasó con toda la cosecha de un año, se trata de Zacarra, el cabrero.
A finales del XIX Zacarias Esevarri Miquelena, un joven montañés de 30 años, había llegado a Gallipienzo por pura casualidad para realizar la labor de pastor del concejo, acompañado de su perro Zartxu y un aprendiz de pastor de nombre Tolín que llevaba a su lado cuatro años, desde que el chavalín tenía seis.
Zacarías, conocido por todos como el Zaca o el Zacarra, con sus abarcas y ataviado con su garrota de fresno hablaba poco y era analfabeto, pero conocía todos los animales, todos los sonidos de la naturaleza y se sabía todos los refranes y chascarrillos.
Al poco de llegar al pueblo, ya se había enamorado de Luci, una chavala de Gallipienzo, pero había un problema, Luci ya estaba comprometida, fue tal su desilusión que ya no quiso saber nada de ninguna mujer, y desde entonces, se dedicó a pastorear.
Zacarías recogía las cabras que se iba encontrando por las cercanías del pueblo, y las llevaba al redil.
En la época en la que ocurrieron los hechos que voy a narrar escaseaban las lluvias y el agua. En Galipienzo el clima era extremo, tenía inviernos muy crudos, pero el verano era achicharrante. Por este motivo, y estando en plena canícula, la autoridad no tuvo otro remedio que, mediante un bando, ordenar trasladar a los animales al otro extremo del pueblo mientras durase esa circunstancia. 
En principio se suponía que sería solamente durante tres meses. Zacarías, obediente, recogió las cabras y se las llevó.
Pasaron los días, las semanas y los meses, y nadie tuvo el detalle de ir a visitar al pastor, por lo que el pobre Zaca estaba sumido en la tristeza.
Llegado el momento de volver, a Zacarra no se le ocurrió otra cosa que vengarse de los paisanos por no haberse acordado de él. Dicen que llegó a decir: «No se acuerdan ni de sus cabras, y mucho menos de sus cabreros, pues muy bien, ya sabéis que amor con amor se paga y que a todo cerdo llega su San Martín »
Cogió a todos los animales y se los llevó a los viñedos y a los campos del pueblo y les gritó «Devorad, arrasad, triscad, retozad. Todo es de vuestros amos, de vuestros señores, de vuestros dueños, de los míos. Se verán muy contentos. Os premian vuestros largos días de ausencia» … Y los animales arrasaron toda la cosecha y el cabrero volvió al pueblo tan campante.
Las autoridades hablaron con él, pero no le castigaron, comprendiendo que tenía razón para estar enfadado con sus vecinos.

Existe una curiosidad sobre Gallipienzo de los tiempos en los que Aragón y Navarra eran reinos.
Todo Navarro sabe que en el valle del Sella, en la provincia de Zaragoza, está enclavado el lugar mas remoto de Navarra, Petilla de Aragón, lugar de nacimiento de Santiago Ramón y Cajal, pero pocos conocen su porque.
Una leyenda cuenta que allá por el siglo XII se encontraban ambos reyes dilucidando cual de ambos soberanos tenía en su reino el peor pueblo.
El aragonés, sin dudarlo dijo que Petilla de Aragón, y a su vez el navarro expresó que Gallipienzo. Sellaron que irían a ver ambos y el reino que tuviera el peor se quedaría con el pueblo del otro.
En efecto fueron a visitarlos, y su decisión fue que Gallipienzo era mucho peor que Petilla de Aragón, por lo que el rey de Aragón tuvo que entregar al de Navarra Petilla.
Y yo que siempre había oído que el rey de Navarra, Sancho VII el Fuerte, se lo había ganado a Pedro II, el de Aragón, durante una partida de cartas...
Pero hay otra fuente, ya que no todo en la historia es tan sencillo ni tan divertido, que da la explicación sobre lo acaecido.
La realidad es que, efectivamente, a comienzos del siglo XII, el rey de Aragón le dio Petilla de Aragón al de Navarra, pero como garantía de un préstamo, y no solo Petilla, sino, según dicen, otras ocho ciudades más. En determinadas ocasiones los castillos podían ser cedidos temporalmente como garantía del cumplimiento de un pacto o un tratado en prenda del pago de una deuda contraída con otro rey.
Pedro II ofreció los castillos de Gallur, Ascó, Peña y Petilla a Sancho VII como señal de pago por los 20000 maravedíes que le había prestado el rey de Navarra, pero con la condición de que los de Aragón cancelasen su deuda en el plazo máximo de veinte años. Pasado el tiempo, la deuda no se pudo devolver, por lo que Petilla paso a formar parte de Navarra en el año1231.
Cuando investigo para mis artículos, el lugar en donde más me entretengo es en las hemerotecas, ya que ahí te puedes encontrar con auténticas sorpresas, desde asesinatos a robos, pasando por suicidios o catástrofes naturales.
Una de dichas sorpresas me ocurrió el día en que me topé con Manolin, y no por ser habitante o descendiente de Gallipienzo, sino que me lo encontré en una noticia cuando lo habían arrestado en dicho pueblo.
Manolin, o mejor dicho Manuel Lucus Iturralde, era un hombre muy afamado en su tiempo, pues fue cabecilla y guerrillero carlista e incluso llegó a comandante de caballería. Manolin y sus secuaces solían esconderse entre Gallipienzo, Ujué y Cáseda.Nació en Pitillas en 1800, era el cuarto de ocho hermanos, hijos todos ellos de Gabriel y de Carlas. Se casó con Joaquina Jaurrieta Esparza, no se le conoce descendencia aunque si se sabe que Joaquina estuvo embarazada y a punto de dar a luz en la cárcel de Tudela. El 24 de agosto de 1837 cayó herido y murió como consecuencia de las heridas.
Manolin era ancho y fuerte pero no muy alto, con facciones duras, y gracias a su genio era un gran guerrillero, muy bravo y muy valiente. Al ser tan guerrillero no cabía esperar otra cosa en él que el hecho de acabar siendo contrabandista, lo que después le serviría como soldado en la guerra de la independencia, donde llego a ser jefe de una guerrilla en 1823.
Caía bien por su forma de ser, al contrario que su cuadrilla, compuesta por veinte hombres, ya que llevaba fama de violenta y sanguinaria. Durante 1823, recorrió la frontera entre Navarra y Aragón, cometiendo sus fechorías en Carcastillo, Sanguesa, Lumbier, o Rocaforte entre otros.


A finales de 1835, según podemos recoger en el número 38 del periódico “El Español” de Madrid, con fecha 8 de diciembre, en la página 2, se notifica que la cuadrilla de Manolin, que permanecía escondida en Gallipienzo, había caído en poder Mendívil.
Las autoridades publicaron un bando animando a la población a incendiar dicho pueblo si no le entregaban a Manolin. No tuvo efecto, pues a mitad de diciembre se notificaba que Manolin y unos veintiséis de sus hombres habían aparecido en Ejea.

La Revista española , también el 8 de diciembre de 1985, en su página 3, también recoge la misma noticia.Núra. a." Son las once de la noche, y me apresuro á decir á V. E. que se hallan en mí poder a 8 prisioneros de la partida de Manolin con todos los caballos de la misma, que aunque contados confusamente entre el tropel, sé que pasan de 33, pudiendo asegurar qne ningún ginete ni caballo ha podido salir del pueblo de Gallípienzo; los que lo han intentado, han perecido en las bayonetas de mis valientes. Los cabecillas Manolin y Barrade se hallan ocultos en alguna casa ; y i no ser la villa la eterna madriguera de estos , podría asegurar i V. E. qne para el amanecer estarían en mi poder. Entre los prisioneros se encuentran el ayudante de la fuerza del Rojo, llamado Urbano Irurita, y un hermano de Manolin, y ademas de los citados, cuento en mi poder á la muger del mismo Manolin y i otro hermano, qae segan antecedentes , vino ayer, enviado por el coronel Reqnena, para pedirle qne pusiese en libertad i los Guardias Nacionales de Sadaba que cogió en el campo trabajando: no creyéndome faculudo para poner en libertad á este ni 4 la moger citada sin consaltarlo antes con V. E., ios conduciré á Tafalla, aunque con el sentimiento de haberme sido forsoso mezclarme en estas dos últimas prisiones, y en particular en 4a de la muger. Cuando mis ocupaciones me lo permitan daré á V. E. los detalles mas circunstanciados, anticipándome i decir por ahora qne el gefe, que con otro jefe tan bisarro y distinguido como don Pedro de Roda, y con oficiales y soldados tan valientes y distinguidos como los que yo tengo el honor de lEnandar en este momento, no baca todo cnanto quiere exigirle sn general, no es digno de pertenecer al valiente ejército del digno mando de V. E. Dios guarde á Y. E. muchos a&os Gallipienío
3o de'noviembre de i8)5.cBExcifio. seaor.= Atana»io Meodivil.«='Es copíai>aOri».

Por último una anécdota.
El sábado 12 de agosto de 1916 tuvo lugar un robo en la iglesia de Gallipienzo.
Al amanecer, cuando el sacristán de la iglesia había acudido a abrirla, se percató de que habían roto la puerta de la sacristía, y, al entrar, también observo que la puerta de un armario estaba partida. Alterado, y esperándose lo peor, corrió a ver si faltaba algo, y, en efecto, echó en falta un cáliz de plata, labrado sobredorado.
Pero lo que más sobrecogió al buen sacristán es que, el ladrón, o los ladrones, se habían comido las hostias, en número de ciento veinte, que estaban dentro de un copón y, no contentos con ello, se habían bebido una botella entera de vino de consagrar. Eso sí, el corcho no lo habían tirado por ahí en medio, lo dejaron dentro del copón.
Como viene siendo habitual en los pueblos, nadie sospechó de ningún vecino de Gallipienzo, ni de los alrededores, ¡eso tenían que haberlo hecho forasteros!. Y, en efecto, para el día 15 ya se sabía quienes habían sido los autores, y no eran del pueblo...
-marian tarazona-
*texto e imágenes pertenecen al blog*

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