La pasiflora o mburucuyá
La flor llamada mburucuyá, en guaraní, mburukuja, es del género Pasiflora y una de las más bellas y extrañas que pueden encontrarse. Es una trepadora tropical que se encuentra a lo largo de toda América del Sur.
El nombre Pasiflora procede de los primeros misioneros que arribaron a aquellas tierras, y hace referencia a la Pasión de Cristo ya que en ella veían reflejados sus símbolos. Los pétalos recordarían a la corona de espigas, los tres pistilos representarían los tres clavos con los que Jesús fue clavado a la cruz, y los cinco estambres, serían las cinco heridas que recibió.
El nombre mburucuyá procede del guaraní, y ellos tienen una hermosa leyenda sobre esta flor.
La leyenda de Mburucuyá cuenta la historia de amor entre una joven española, que llegó a aquellas tierras acompañando a su padre, un capitán de la flota europea, y un nativo aborigen que trabajaba las tierras del padre y que cariñosamente la llamaba a ella mburucuyá.
Los jóvenes se veían y se amaban en secreto en la selva, lejos de la estricta mirada del padre. Pero, como era de esperar, el padre tenía otras intenciones para su hija y había apalabrado el matrimonio de la chica con un comandante de la tropa europea.
La hija se negó en redondo a tal casamiento y perder a quien amaba de verdad, lo que, lógicamente, no gustó al padre.
Con miedo por parte de la chica, comenzaron a verse menos, pues corrían el riesgo de que su padre les encontrase y sabían que el hombre jamás aceptaría al nativo como esposo de la chica.
Fue en uno de los últimos, y furtivos encuentros, cuando el aborigen le regaló a su amada una flecha con una punta de piedra muy afilada, adornada con unas plumas, todo preparado por el con sus propias manos. Ella lo guardó entre los pliegues de su ropa para tener a su amor siempre presente.
Pero el capitán, que ya sospechaba de esos amores clandestinos de su hija y el joven, puso mas cuidado en vigilarlos, y obligo a la chica a quedarse dentro de casa sin poder salir para nada.
Al atardecer, el muchacho se acercaba sigilosamente hasta llegar al cuarto de mburucuyá, esperando a su amada, y allí pasaba el rato tocando la flauta para que ella supiera que el seguía cerca, mientras la joven le escuchaba cada día más apenada.
Pero un día dejó de escuchar la dulce música y la chica pasaba horas intentando discernir el sonido de la flauta entre el resto de sonidos, pero su amor ya no tocaba, lo que hizo mella en ella y se llenó de angustia, la desesperación que sufría le hizo palidecer, la tristeza se instaló en ella y dejó de hablar.
Una tarde, mburucuyá escuchó que alguien se movía entre la maleza, sin pensarlo dos veces, salió por la ventana sin importarle las consecuencias, con la esperanza de encontrarse con su amado, pero se encontró con una mujer, aborigen. Ella le dijo que era la madre del joven y que había ido a contarle que su hijo había muerto. El padre le había descubierto bajo la ventana, y enseguida se dio cuenta de que esa música estaba dedicada a su hija, entonces ordenó a sus hombres matar al muchacho.
La pobre chica le rogó que le acompañara al lugar donde estaba el, y la mujer le condujo al interior de la selva, allí se encontraban los restos del muchacho sobre unas hojas.
Loca por el dolor cavó con sus propias manos una fosa en la tierra y depositó el cuerpo del muchacho, se recostó sobre él, cogió la flecha que le había regalado su amor, que tenía escondida entre su ropas, y se la clavó en el corazón.La mujer enterró ambos cuerpos en ese claro del bosque en medio de la selva.
Cuando un tiempo después ella fue a visitar la tumba de su hijo, descubrió en medio del lecho, un tallo delgado y verde. Mas tarde aquel brote creció y se convirtió en una enredadera jamás vista por nadie, tenía unas preciosas flores con pétalos que parecían plumas y frutos con una pulpa del color de la sangre, el fruto que hoy conocemos como maracuyá.
Desde momento a esa planta le llamaron Mburucuyá en honor al amor demostrado por los jóvenes.
-marian tarazona-
*El texto y las imagenes son propiedad del blog*
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