El naufragio del Principessa Jolanda. Hundido en el mismo momento de su botadura
En esta ocasión nos encontramos ante la historia del naufragio de un barco cuya causa fue la soberbia de los hombres. Un barco con nombre de cuento, pero cuyo final no fué feliz, ya que acabó hundido.
En 1907 la compañía naviera italiana Lloyd quería abrir un servicio de viajes en trasatlánticos de lujo con destino a latinoamérica. Para ello encargó dos barcos de mas de 9000 Tm. al astillero Erasmo Piaggio, situado en Riva Trigoso, un pueblo entre Génova y Soezia.
Las naves fueron bautizadas con los nombres de las hijas de los reyes de Italia, el Rey Emmanuele III y la Reina Elena, uno se llamaría Principessa Jolanda, y el otro sería bautizado como Principessa Mafalda.
Ambos se construyeron para competir con la Compañía Hamburg SudAmerikanische, la Royal Mail, el Royal Dutch Mail y la Compañía Trasatlántica de Barcelona.
El primero en estar listo fue el principessa Jolanda.
Tenía una capacidad de carga de, aproximadamente, 1500 personas, y se trataba del barco de pasajeros más grande construido en Italia hasta ese momento y además fue uno de los primeros buques de éstas características provistos de telegrafía, alumbrado eléctrico y teléfono en todos los camarotes.
Los decorados de este y su hermano gemelo prometían ser exquisitos, y, al contrario de lo que era habitual, se equipó con muebles, vajilla y ropa antes de la botadura, paracamarotes, de esa manera, poder partir para el viaje inaugural lo antes posible. Y este hecho, precisamente, parece ser que fue la causa del final del Principessa Jolanda.
Las semanas anteriores a la puesta en marcha del buque se llevó a cabo una masiva campaña publicitaria que destacaba la alta calidad de la nave.
El 22 de Septiembre de 1907, en los astilleros de la Societa Esercizio Bacini en Riva Trigoso, Italia, iba a tener lugar un hecho llamado a ser uno de los acontecimientos mas importante de los últimos tiempos, la botadura de un gran paquebote de 9.000 toneladas, el Principessa Jolanda.
Al acto fueron invitadas autoridades de gran rango civil y militar. Los máximos dirigentes de la compañía y del astillero estaban presentes.
En el lugar se había congregado un gentío inmenso acompañando a la totalidad de los trabajadores del astillero y tripulantes del futuro barco.
Además de los cientos de espectadores esperando el acontecimiento, se encontraban, incluso, barcos de vapor de todos los tamaños.
Todos los espectadores permanecían apiñados en las tribunas para disfrutar del emocionante momento.
Cuando todo estuvo dispuesto se dio la señal, y el Jolanda comenzó, poco a poco, a moverse, inicio tímidamente, pero rápidamente iba aumentando su velocidad en medio de los vítores del publico congregado, las sirenas de los barcos comenzaron a sonar mezcladas con los pitidos, el lanzamiento fue un éxito y se realizó de manera rápida.
Pero de repente, al ir aproximándose al mar empezó a dar bandazos y a inclinarse a babor, los aplausos cesaron automáticamente y todo quedó en el silencio más absoluto.
En el momento en que la inclinación llegó a los 35º se dieron cuenta que era demasiado tarde para enderezarlo, ya que el agua entraba por la cubierta superior. Se intentó lanzar el ancla derecha pero nada pudo hacerse, no había navegado ni dos kilómetros y ya estaba inclinado del lado izquierdo y sumergido.
En efecto, primero 20º de escora, después 30, luego 40. y en rápida sucesión, el resto, hasta quedar con una escora de más de 90º y enterrado en el fondo de la rada….
Silencio… ¿era un sueño o la triste Realidad? Era la realidad, y, sobre todo miedo en muchos de los responsables del astillero.
Pero, ¿Qué es lo que había pasado?. Aun hoy en día se discute sobre este tema y no se sabe a ciencia cierta que pudo ocurrir.
El momento crítico en toda botadura está en la rotación que el buque efectúa sobre su quilla en el momento en que casi esta ya flotando.
Toda la presión del casco se apoya sobre este punto y las imadas (cada una de las explanadas de madera que conduce al buque hacia el agua) sufren un considerable trabajo, aunque momentáneo, de muy escasos segundos, es de vital importancia para el buen fin de la botadura.
Seguramente fue una concatenación de fallos los que llevaron a tan rápido y trágico final.
El buque escoró y se hundió rápidamente, con lo que se puede suponer que, en el momento de la rotación, algo falló en las citadas imadas. Probablemente se rompieron debido a la presión, al ser éstas bien de escasa altura o anchura. Lo que provocó una avería en el casco que provocó la inundación inmediata de los compartimentos, que, debido al momento, todavía no se encontraban cerrados o estancos.
Testigos presenciales afirmaron que iba con todas las puertas laterales abiertas o sin instalar. Lo que, debido a la inmediata inundación y escora, hizo imposible su cierre. Eso contribuyó a crear mas inundaciones en la parte de babor, con el consiguiente incremento de la escora, repitiéndose este proceso hasta el desenlace final.
El fin de la historia es que solo pudieron salvarse algunas partes de la maquinaria que serían luego empleadas en otros buques.
Como el Principessa Jolanda no podía reflotarse se desguazó allí mismo. Se recuperaron las dos máquinas de vapor de cuádruple expansión que se utilizaron posteriormente en los buques Milazzo y Volturno.
Todo apunta a que la causa primordial de este desastre fueron la botadura con todos los enseres instalados, lo que hizo que el centro de gravedad se encontrase muy alto.
Triste final de una historia. Lo que parecía que iba a ser un día festivo se convirtió en un desgraciado espectáculo que acabó con el Jolanda en el fondo del lecho del puerto, sin ser estrenado y completamente inservible.
Al año siguiente se inició, no sin temores, la construcción del buque gemelo del Jolanda, el Mafalda, cuyo lanzamiento fue muy exitoso, pero que, con el tiempo, también se hundió.
En este caso fue en 1927 frente a las costas brasileñas, y debido a una avería que se produjo tras la rotura de uno de los ejes de propulsión y el desgarro posterior del casco.
Fallo por deficiencia estructural, indudablemente, que sella la triste historia de estos dos bellos buques.
CARACTERÍSTICAS DEL PRINCIPESSA JOLANDA
Tipo de buque: Vapor
Indicativo de llamada: RMBS Oficial Número: 89
Capitán: A. Capellini, nombrado en 1888 y del buque en 1903
Aparejo: Tornillo de acero de vapor, 1 cubierta de acero y toldos de la cubierta de acero; 6 mamparas cementadas; celulares de doble fondo, popa 82 pies (24,99 metros) de largo, motores y calderas de bajo 40 pies (12,19 metros), 110 pies (33,53 metros) adelante, 525 toneladas. Popa Tanque Pico 61 toneladas.
Tonelaje: 2.879 toneladas brutas, 2577 y 1751 bajo cubierta neto, 9210 toneladas de arqueo bruto.
Dimensiones: 463 pies (141 metros) de largo, 56 pies (17 metros) de anchura, 18 pies (5,49 metros) de profundidad.
Puente 70 pies (21,34 metros) de largo, 33 pies (10,06 metros) de proa.
Desplazamiento: 12.000 toneladas
Otras características: De proa vertical, con dos mástiles, dos chimeneas, dos hélices y motores de 12.000 CV.
Las chimeneas de los vapores de la compañía eran amarillas con tope negro, colores que separaban dos delgadas abrazaderas amarilla y negra.
La bandera era azul con un rombo central blanco que incluía un ancla y las iniciales L.I. en negro.
El casco era también negro, la obra viva (superficie sumergida de un buque) de color rojo oscuro y los mástiles de color mostaza.
Construcción: 1903, Cantieri Navali Riuniti en Ancona
Fabricante: Astilleros reunión de Riva Trigoso, Génova
Propulsión: Motor de triple expansión de 3 cilindros de 23 1 / 4, 38 1 / 2 y 61 pulgadas de diámetro respectivamente. Nominal 244 caballos de fuerza, 2 calderas de terminado único, 6 hornos corrugado; reja de 126 pies (11,7058 metros) cuadrados de superficie de calefacción. Superficie de 3736. Motor construido por la misma empresa asi como el casco
Velocidad: 18 nudos (38 Km. /h)
Propietario: Capellinni Fratelli de Génova
Puerto de matrícula: Génova
Capacidad: 100 personas se esperaban en la clase de lujo, 80 de primera clase, 150 de segundo y la capacidad prevista para los emigrantes era de 1200.
marian tarazona
*Texto e imágenes son propiedad del blog*
(Este artículo fue publicado por vez primera el 28 de noviembre de 2009 en Diario digital camariñan)
Contrario a los procedimientos normales, la nave fue botada con todo su guarnimiento de cubierta y totalmente equipada. Las áreas del pasaje tenían todo su mobiliario, por lo que los entrepuentes ubicados en la obra muerta de la nave (sobre su línea de flotación), tenían un peso que hizo modificar fatalmente su metacentro. Si a esto agregamos que el SS "Principessa Jolanda" tenía sus estanques de lastre y las carboneras vacías; era tan solo cuestión de tiempo para que se produjese su escora, y sus centros de carena y de gravedad ya no estuviesen en la misma línea vertical. La escora produjo que embarcase toneladas de agua a través de sus compuertas abiertas, y esto hizo imposible que volviera a adrizarse de nuevo pese a la labor de los remolcadores. Creo que a todos quienes hemos formado parte de la dotación de algún buque mercante, se nos estruja el corazón de solo pensar en cómo el agua inundó su sala de máquinas con todo su equipamiento flamante. Los camarotes de los pasajeros y sus magníficos salones, estaban totalmente alhajados y revestidos en maderas finas. Sus suntuosos cortinajes, sus lámparas y hasta su vajilla...¡todo fue sumergido bajo el destructivo Ph de las aguas marinas. Una pérdida material irreparable producto de aquel "matrimonio" espurio entre las frías leyes de la física ligadas a la construcción naval; y las operaciones matemáticas ligadas al comercio y al mercantilismo.
ResponderEliminarQue maravilla de comentario. Muchas gracias.
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