La Judía de Tarazona
El médico Yusef de Almali vivía en la aljama de Zaragoza junto a sus dos hijas, Miriam y Sol que eran hermosas, aunque Sol era de una belleza deslumbrante, tanto por fuera como por dentro. Llamaba tanto la atención que tenía una legión de pretendientes, tanto judíos como cristianos, pero no sólo eso, sino que entre ellos competían por ver quien lograba enamorar a Sol.
Ante estos altercados, Miriam, que al quedar viudo su padre hacía las labores de madre, le contó lo que ocurría con Sol y sus pretendientes. Él estaba encantado de que una hija suya levantara pasiones, pero quería vivir sin llamar la atención en aquel tiempo donde lo peor que podía hacer un judío era darse a conocer.
Yusef habló con su hija pequeña y le hizo prometer que jamás se casaría con ningún cristiano. Sol no tuvo mas remedio que obedecerle, y se casó con Acah Galup, cuyo padre poseía grandes bienes. Al poco tiempo Acah cayó gravemente enfermo. Su suegro pudo curarle la enfermedad del cuerpo, pero no la de la cabeza, que había sido producida por la tristeza tras los acontecimientos contra los judíos. Aunque es cierto que las juderías de Aragón quedaron arrasadas, pero en Zaragoza no llegó a haber saqueos. A raíz de todos estos acontecimientos, y antes de morir, Acah decidió bautizarse y cambiar su nombre por el de Juan Sánchez de Calatayud. Y para que Sol no incumpliera su juramento ni se convirtiera, se divorciaron y dejó toda la hacienda en manos de Sol.
Por aquel entonces, el obispo de Tarazona había declarado concordia con los vecinos hebreos, por lo que Sol decidió irse a vivir a dicha localidad.
En otro registro diferente Sol dió poderes a su padre y a su hermana mayor, Miriam, para que pudieran vender o transmitir cualquier bien suyo mueble o inmueble.
Mientras vivió en Tarazona siempre llamó la atención por su extraordinaria belleza.
Se cuenta que, muchos años más tarde, un confitero empezó a elaborar un dulce en forma de barra con sabor a peladilla, y le gustó tanto el resultado que, en honor a Sol, le llamó "La judía de Tarazona".
Según palabras de un familiar, todo comenzó en la confitería La Pilarica. Y comienza en el primer lustro de la década de 1940, cuando deciden emprender la elaboración artesanal de los primeros caramelos, porque la gente consumía más caramelos y bollos que pasteles. De ese modo iban elaborando, a mano, Tofes y Gajos de Limón.
En vista de que esta rama del negocio les resultaba muy rentable, y para cumplir la legalidad de aquella época, decidieron comprar la Licencia que les permitiría producir caramelos de manera artesanal. La adquirieron a un vendedor ambulante de Tarazona, que se jubilaba, por tres mil pesetas. Cumplida la legalidad, siguieron trabajando, y fruto de la leyenda decidieron crear la «Judía de Tarazona» y otras especialidades como «Chordón del Moncayo» y «Macocas».
Todos estos dulces, más la confitería, se realizaban en La Pilarica de manera manual, es más, para envolver los caramelos se contrataba a chicas que realizaban el trabajo procurando proteger la exclusividad de las creaciones, para evitar imitaciones de la competencia. Tanta era la fama del dulce, qué decidieron patentar las recetas de más importancia: Las Judías de Tarazona y el Chordón del Moncayo.
Sobre finales de la década de los sesenta, o principios de los setenta, y pese a ser un negocio rentable, ya no era tan sustancioso aunque lo siguieron manteniendo.
Un tiempo mas tarde se dedicarían exclusivamente a La Pilarica (pastelería).
-marian tarazona marqueta-
*las imágenes y el texto son propiedad del blog-
Me gustaría pasar algún día por La Pilarica...
ResponderEliminarLa pena es que ya no existe. Pero te hubiera gustado. 😊
EliminarBonita historia Marian, pero...😉
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