Valeriana Irazoqui

Cuando recordamos a la gente ilustre, casi siempre nos vienen a la memoria más nombres masculinos que femeninos, olvidando a menudo que ellas son tan válidas o más que ellos.
Me considero una persona ecuánime, aunque es cierto que, perteneciendo al género femenino, tengo tendencia a acordarme más de las féminas, ya que sin lugar a dudas ellas han sido siempre las grandes olvidadas, por ese motivo siempre encuentro una excusa para escribir sobre alguna de ellas.

Hoy quería dedicar este artículo a la memoria de una mujer más que ilustre, no por su nacimiento o su condición, sino por sus hechos, que al final es lo verdaderamente importante, pero no solo por eso, esta mujer, además fue paisana mía, nació en Tarazona de Aragón donde abunda la gente noble.
Sin más preámbulos os presento a la protagonista, Valeriana Felipa Estefanía Irazoqui y Miranda, hija de Agustín de Irazoqui y de María de los Ángeles Miranda. Como he adelantado, una señora de abolengo y de dinero.
Doña Valeriana siempre estuvo preocupada por el abandono en el que vivían muchas ancianas de Tarazona, mujeres a las que siempre tuvo en su mente. Tanto es así que, al fallecer, el 7 de diciembre de 1902, y hacer lectura de su testamento, se verificó que había dejado en herencia muchos de sus bienes , tal y como dicen los documentos, «para dos fundaciones de carácter privado, una de ellas un asilo para ancianas pobres de Tarazona y la otra una granja escuela para jóvenes agricultores».
Dejó mucho más, pero quería incidir en el tema de las ancianas desamparadas, ya que en Estella, en donde resido, también una señora dejó toda su fortuna para edificar un asilo con idea de proporcionar albergue y asistencia, especialmente a las personas mayores desvalidas y desprotegidas, se trata de doña Jerónima Uriarte, y la coincidencia llamó mi atención.
Por supuesto que la ciudad de Tarazona agradeció la generosidad de Valeriana, no en vano, un tiempo después le dedicó una calle, situada muy cerca de la plaza del mercado, donde había residido con su familia y que había sido denominada hasta entonces "Calle de la garnacha", desde entonces a dicha calle se le viene denominando "Calle de Valeriana Irazoqui".
El valor de su testamento, que incluía, entre otros bienes, unas ciento quince fincas, y cuya superficie total era superior a las sesenta hectáreas, ascendía a doscientas mil pesetas, cantidad extraordinaria si tenemos en cuenta que, en el año 1904, el presupuesto municipal anual era inferior a las cien mil.

En el testamento indicaba a los albaceas que debían administrar los bienes a través de una serie de instrucciones que Valeriana había dejado escritas.
Sin embargo durante el año siguiente no se hizo nada con dichos fondos, lo que derivó en una denuncia contra uno de aquellos albaceas, en concreto contra don Ignacio Albericio, a la sazón canónigo y rector del seminario. La denuncia se hizo porque muchas de las decisiones de este albacea llevaron a que no se supiera nada de a donde habían ido a parar algunos muebles, joyas, ropa, monedas, cuadros y dinero que habían pertenecido a Valeriana. Incluso llegó a insinuarse, entre algunos paisanos, que muchos de ellos habían ido a parar a una casa de antigüedades inglesa con sede en Madrid.
Por todo ello, con pena y, a pesar de las investigaciones, tanto jóvenes como ancianas quedaron de nuevo desamparados.


Por cierto, no se si será mucha casualidad, pero, si el 7 de diciembre de 1902 murió Valeriana, en aquella misma calle, en el número 1, nació el 18 de diciembre del mismo año Paco Martínez Soria, otro paisano mío, hombre ilustre, famoso y querido y en ella vivió hasta que su familia se trasladó a Barcelona.

Antes he comentado de soslayo que Valeriana dejaba más beneficiarios en su herencia. Y así fue, ya que también dejó dispuestas una serie de clausulas, con el fin de que la orden de los Carmelitas descalzos pudiera volver a Tarazona, al lugar donde ya había estado, y cuyos terrenos estaban ocupados en aquel entonces por la fábrica de cerillas.
La cláusula décima del testamento explica cómo, la finada, deseaba que se entregaran a los frailes carmelitas, en la forma que quisieran los albaceas, dos heredades que ellos mismos determinaran, además del huerto situado enfrente de la Iglesia de la Virgen del Carmen que lindaba con el camino viejo de Castilla.
En la undécima ordenaba que designase una finca, cuyo rendimiento costeara a perpetuidad los gastos de la fiesta que celebraba anualmente en honor a San Francisco Javier en la dicha Iglesia del Carmen, tal y como lo vinieron haciendo sus padres.
Pero, entre sus herederos también se encontraban muchas personas de Tarazona, además de sobrinos.
En este punto tengo que agradecer a un descendiente de uno de esos herederos. Se trata de Ángel J. Matute, quien me ha contado la historia de su bisabuela, y que, además de darme toda clase de facilidades, y de proporcionarme el dato para dar con otros que desconocía, ha tenido la generosidad de proporcionarme una fotografía de nuestra protagonista. Sin él, este articulo, sin duda, hubiera quedado cojo.
Los turiasonenses, cuando paseemos por la calle Irazoqui, ya sabemos que es en agradecimiento a Valeriana, que siempre tuvo en mente a los mas desfavorecidos.


Como curiosidad, indicar que he encontrado una nota en la Gaceta de Madrid, en el número 289, del 16 de octubre del año 1901 y que incluyo aquí.
En la página 111 aparece documentada la solicitud de Valeriana para que se le declarase heredera única y universal de su hermana Isabel María Irazoqui Miranda.
En concreto, la nota indica la petición de comparecencia en el Juzgado, a reclamar dicha herencia, a cualquiera que se considerase con derecho a ello.

La transcripción es la que sigue:
«TARAZONA D. Saturnino Bajo de Menjíbar, caballero de la Real y distinguida Orden de Carlos III, Juez de primera instancia de la ciudad de Tarazona.
Hago saber que Doña Valeriana Felipa Estefanía Irazoqui Miranda, soltera, propietaria, de sesenta años de edad, vecina de esta ciudad, ha acudido a este Juzgado solicitando se la declare única y universal heredera ab intestato de su hermana Doña Isabel María Irazoqui Miranda, exponiendo al efecto que la Doña Isabel falleció en esta ciudad el día 8 de Marzo último, sin que hubiese otorgado otra ni más disposición testamentaria que la autorizada en Zaragoza por el Notario D. Fabián Juan López y Vela el 8 de Octubre de 1886, en la que después de hacer varios legados instituyó y nombró herederos a su esposo D. Juan Entrambasaguas y León y a su hermano D. José María Irazoqui y Miranda, al primero en cuanto al usufructo durante su vida, y al segundo en cuanto a la propiedad plena: que con anterioridad al fallecimiento de la Doña Isabel María fallecieron también el D. José María Irazoqui y el D. Juan Entrambasaguas; el primero en Bolonia (Italia) el 17 de Mayo, de 1896, y el segundo en esta ciudad el 14 de Marzo de 1898. viniendo a quedar, por tanto, según dice la recurrente, la Doña Isabel intestada, sin descendientes y sin ningún otro hermano ni hermana.
En su virtud, he acordado llamar por el presente a los que se crean con igual a mejor derecho que la Doña Valeriana Irazoqui a la herencia da su hermana Isabel, para que comparezcan en este Juzgado a reclamarlo dentro de treinta días, a contar desde la publicación del presente en la Gaceta de Madrid y Boletín oficial de esta provincia.
Dada en Tarazona a 30 de agosto de 1901 =Saturnino Bajo de Menjíbar.=El Escribano, Francisco Berenguer.»
-marian tarazona-
*texto e imágenes pertenecen al blog*




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