El Olentzero

Al llegar estas fechas, y acercándose la Navidad, siempre pensamos en tener detalles con nuestros seres mas queridos, sobre todos con los niños
Hay multitud de costumbres en nuestro país que ensalzan esos sentimientos, si bien es cierto que, cada vez más, nos empeñamos en copiar costumbres extranjeras en detrimento de las nuestras, cuando debería ser obligación conservar esa gran riqueza que poseemos en cada una de las regiones.
Una de ellas y de las pocas que no tienen coincidencia con ninguna otra parte es la que se celebra en Euskadi y Navarra y que no es otra que la figura del Olentzero. Aunque, eso, como veremos, tampoco es del todo cierto, quizá no coincida el personaje, pero si su significado.


En Navarra el Olentzero era un señor que recorría los pueblos en Nochevieja, y, según una de las leyendas nació en un pueblo, Larraum, en ella se narra que el personaje tenía tantos ojos en la cara como días tiene el año, y que esa última noche recorría las casas de los pueblos de Navarra y se llevaba a los niños que encontraba despiertos. Pero otra de las tradiciones nos dice que traía prosperidad, se desprendía de lo viejo y se preparaba para recibir mejores y nuevos tiempos.
Esta historia del Olentzero es lejana y existía mucho antes de que llegara el cristianismo. Se trataba de un carbonero o de un pastor, hay distintas versiones en cuanto a su profesión y su forma de vestir dependiendo de los lugares. En ciertas zonas dicen que tiene los ojos rojos, y en otras que su cara manchada de carbón es casi negra, pero coinciden en que vivía aislado en un lugar desconocido por todos, y solamente se hacia visible con la llegada del solsticio de invierno.
En algunos lugares colgaban al personaje, a modo de protección, en las ventanas.
En otros lo sentaban en una silla y lo paseaban por el pueblo a la vez que pedían el aguinaldo. La forma de las fiestas en el ambiente rural, era la de ir los jóvenes, de casa en casa, cantando y bailando y haciendo una cuestación de comida para merendar las viandas que habían recogido; muchas veces este recorrido se hacia con un muñeco o uno de esos jóvenes disfrazado de carbonero, bebedor y comilón.
En muchas localidades colgaban un muñeco que lo representaba, en la chimenea, llevando boina y una hoz en una mano ya que se le atribuía el papel de justiciero. Antiguamente se creía que Olentzero se descolgaba por la chimenea provisto de una hoz y cortaba el cuello a los niños que se portaban mal y a quienes no habían respetado el ayuno.
A este personaje le tenían colgado en la chimenea hasta después de la misa del gallo, a modo de talismán para atraer a la suerte.
Mucho antes, Olentzero era un ser mitológico que anunciaba la llegada del solsticio de invierno y su celebración, representando el cambio de lo pasado a lo nuevo, por eso presenta un aspecto viejo y ajado. Se trata de la quema de lo que ya ocurrió, y la bienvenida a lo que esta por venir.
Al llegar el cristianismo, y, al estar tan cercanas las fechas, inexorablemente tuvieron que coincidir ambas celebraciones, por lo que Olentzero terminó representando la parte festiva de la Navidad, el hombre bonachón, borrachín y comilón baja del monte para anunciar la llegada de la Navidad.

El Olentzero es similar a los espíritus vegetales. Árboles o troncos que actúan, precisamente, en la época del solsticio, o sea, cuando el fuego que purifica es el gran protagonista. No debemos olvidar que el solsticio de invierno se celebraba quemando un tronco, éste es el tradicional tronco de Navidad, que, según las regiones recibe distintos nombres: Tronca, Toza, Caga Tió, Tizón, u Olentzero.
A principios del siglo XVI, en esta zona, a la celebración de la Navidad se le denominaba “Onentzaro”, que significa “Tiempo de los buenos”, este Onentzaro, en origen era un rito pagano que celebraba el solsticio de invierno, y Onentzaro no era un personaje sino que era un tronco.
Se trataba de un gran tronco, supila o xukil que, en algunos lugares como en la Burunda se transportaba hasta la casa gracias a una pareja de bueyes. El porque el tronco era grande perseguía la finalidad de durar el mayor tiempo posible ardiendo.
El Olentzero, por lo tanto, no era un personaje sino el nombre de un tiempo de celebración, la del solsticio, y una de las figuras que participaban en ese tiempo, casi con toda seguridad era esa figura vegetal en forma de tronco y tomó el nombre del de Onentzaro.
Pero lo bonito de esta historia es conocer que es lo que se nos ha trasmitido a través de los cuentos, de la leyenda pura.
Se cuenta, se dice, se trasmite de generación en generación que, hace miles de años, en los bosques, en el corazón del Pirineo, allí donde solo habitan los seres mágicos, vivía un hada de ojos brillantes y preciosa melena. Afanosamente cuidaba de las personas, junto a otras criaturas, y era ayudada por los Prakagorri, unos duendes que llevaban pantalones de color rojo.
Esta hada se hallaba un día peinando su larga cabellera, cuando los duendes le avisaron a gritos de que estaban viendo movimientos extraños entre los helechos del bosque.
Cual fue su sorpresa al descubrir que era un bebe humano, y no llegaba a entender el porque lo habrían llevado hasta allí y lo habían abandonado.
Pero fue tal su alegría que le puso por nombre Olentzero, porque su hallazgo era maravilloso. Además de ponerle un nombre le concedió los dones del coraje, el de la fuerza y el del amor para siempre.
A continuación recogió al niño y lo dejó en la puerta de una casa desvencijada que estaba en el linde con el bosque y donde vivían un hombre y una mujer sin hijos, ella sabía que lo iban a recibir con agrado y el niño a ellos los iba a hacer muy felices.
Cuando amaneció y el hombre procedía a realizar sus tareas cotidianas, se encontró al bebe y se lo dijo a su mujer quien, lo mismo que él, se lleno de alegría, le dieron de comer y le abrigaron y desde ese momento lo tomaron como si fuera su propio hijo.
El muchacho se crió en el bosque sin preguntarse nunca como le habían encontrado, se criaba fuerte y sano y era muy trabajador, ayudaba a su padres en el oficio de carbonero, y era muy querido.
Pero, pasado el tiempo, sus padres adoptivos murieron y él se quedó envejeciendo de manera solitaria y triste, hasta que se dio cuenta de que podría ayudar a otras personas que le necesitaran. Recordó que había en el pueblo unos niños que no tenían padres y que subsistían de lo que les daban los demás habitantes, así que se dijo que podría hacer algo por ellos.
Olentzero era muy hábil y tenía mucho tiempo, así que comenzó a hacer juguetes para los niños y las niñas con la idea de llevarlos al pueblo a la vez que iba a vender el carbón. Cuando los hubo terminado los metió dentro de un saco, cogió el carbón y se marcho al pueblo feliz.
Una vez allí les dio sus juguetes y se estuvo con ellos jugando y contándoles historias, de ese modo los niños estaban felices y acompañados. Desde entonces el Olentzero repartía, la noche del 24 de diciembre, juguetes a los niños, y ellos le recibían alborozados a pesar del aspecto del carbonero, de sus ropas, o de tener la cara llena de hollín.
Un día en el que cayó una gran tormenta en el pueblo, y que Olentzero se dirigía hacia allá, vio como caía un rayo en una casa, se acercó y contempló a unos niños que pedían auxilio porque se estaba incendiando la casa.
Tapó a los niños con una manta para protegerles y los sacó a la calle por una ventana, pero él no pudo salir, pues se lo impidió una viga que le cayó encima, y murió dejando a la gente perpleja porque no pudieron hacer nada por salvarle.
De repente una gran luz comenzó a salir de la vivienda, y, aunque los habitantes del pueblo no podían verlo, apareció el hada que encontró al Olentzero y le dijo: has sido un buen hombre con un gran corazón, siempre has ayudado a los demás, tanto que incluso has dado tu vida. Por ese motivo no quiero que mueras, quiero que vivas para siempre, así que, desde ahora harás juguetes y regalos para todos los niños y niñas que no tengan padres. En ese momento aparecieron los prakagorris y le prometieron a Olentzero que ellos le ayudarían en la tarea.

-marian tarazona-
*Las imágenes y el texto son propiedad del blog*


Comentarios

  1. Una historia muy bonita Marián,nosotros tenemos o Apalpador.

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